EL 27 de enero el @Diario Uno
Entre Ríos, publicaba un artículo de lo más gracioso (para mi, muy en serio al
parecer de la editorial) titulado: “Como conquistar a su pareja según el
zodíaco” y argumentaba diversas paparruchadas del estilo, - “el hombre de virgo
es intenso y blablablá…”. Cuando menos es irónico.
Sabemos muy bien que en la
contratapa de todos los diarios, desde los más pequeños hasta los de tirada
masiva, incluso en los que los mass-media del exterior se hacen eco del acontecer
del país, en todos aparece la sección horóscopo, al menos junto a las humoradas
de algún caricaturista. Pero siguen existiendo, como resabios del oscurantismo
cultural, de antiquísimos tiempos de una razón infante.
Lo que llama la atención es que
desde hace unos años y en especial en 2013, en el país se vive a refugio de una
copiosa artillería (de artificio) entre medios de comunicación, que pugnan
entre si por el cetro de la verdad objetiva. De la crítica por sobre la
especulación, de la libertad por sobre la censura. Escaramuzas gremiales con
tintes de interés político estratégico, desde luego. Pero no entremos en este
debate que al menos por ahora, no nos ocupa y retomemos el eje, sobre la vieja
discusión entre ciencia y pseudociencia. Discusión a la que se han dedicado
sendas páginas y sobre la que toda “introducción a la epistemología” debe
comprender.
Hay una tendencia por incluir
prácticas y discursos pseudocientíficos a la esfera del saber científico,
distorsionando y enrareciendo el espacio del sistema educativo y
comunicacional. Lugares de necesaria existencia para el conocimiento cierto,
firme, crítico.
Los astros no nos revelan ninguna
verdad. Una cosa es el saber popular, otra es el saber crítico y otra muy
distinta es la falsedad. El hombre moderno (secularizado) ha desacralizado el
mundo mediante un largo proceso, merece una propuesta mas seria de parte de los
editores de pasquines.