Murió un miserable, pero de repente parece digno de honras y llantos.
No es que tomemos partido por algo tan humano
como la finitud, al fin y al cabo morir es apenas una vulgaridad a la que todos
(ilustres y silvestres) accedemos antes o después. Aquí o allá. Una baratija, una
joya de imitación – de esas que se venden por catálogo –
“En Sicilia las mujeres son mas peligrosas que
las escopetas” – le dijeron al joven Michael, pero él no quiso tomar el
consejo.
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