Arsat-1 (sigo buscando la trampa).
Cualquier tipo desorientado por las exigencias
cotidianas, podría cometer el exceso de pensar que escribir no cuesta tanto trabajo
y que además es una exquisitez poco dañina, ingenua y propia de los soñadores
distraídos.
Pero todo eso es falso.
A veces escribir unas cuantas líneas más o
menos concordantes deviene en una tarea épica y nunca (pero nunca) es inocente
lo que ahí queda plasmado. Al menos, quienes pensamos en los textos como
tormentas defendemos la piromanía del autor, la irreverencia de una tarde que
comienza a parecerse a una fonda y las consonancias caprichosas, que se burlan
de las blancas palomas, que reposan a la sombra de un verde limón.
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