Las lecturas de verano son las atrasadas y
acumuladas de todo el año. En cada libro cientos de anotaciones con
recordatorios-promesas de indagación.
El tipo siente que recorre la biblioteca de
Alejandría en medio de uno de esos sueños retorcidos, en los que no puede surcar
por completo las galerías inmensas y atrapar todo lo que custodian sus estantes.
El tipo, exhausto sigue al menos hojeando toneladas de colores en todos los
mundos posibles que se le ofrecen (no sin una cuota de lamentaciones).
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