“No
espero ni pido que nadie crea el extraño aunque simple relato que voy a
escribir…”, así comienza “Gato negro” de Edgar Alan Poe, tengo un gato
negro en casa –también-, se lleva bien con Zeus son amigos, es su camarada.
El gato no tiene nombre pero podría haberse
llamado Bagheera o Noche, yo lo insulto porque es un poco salvaje (es justo: no
tiene nombre aún representa la animalidad más salvaje).
En todo lo demás no me parezco en nada con el
personaje del cuento, o tal vez un poco en lo malhumorado pero jamás sería capaz
de tan reprochable atrocidad, la que después de los sueños adoloridos se
presenta como remordimiento –según dice él-.
Me gustan los relatos de Poe, bueno no soy muy
original en eso, el tipo es un genio; me gusta la elasticidad con que lleva la
narrativa de un extremo tenso y sudoroso a lo trivial de entre casa.
"¿No hay en nosotros
una tendencia permanente, que nos enfrenta con el sentido común, a transgredir
lo que constituye la Ley
por el simple hecho de serlo (existir)?" – posiblemente sea la frase central del relato.
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