22.9.14

El “acto primero” de Nosferatu (1922) comienza previniendo al lector de siquiera pronunciar el nombre sombrío del vampiro, las primeras imágenes mudas y en sepia nos recuerdan otros lejanos tiempos, como el día de ayer.
(…)

Entre los montes del Parque San Martín encontré todo tan familiar que me aferré a la idea de jamás haberme ido de sus senderos, de su sol infinito. Tantas veces crecimos allí que esa nostalgia feliz no me catapulta a un pasado idílico de cuentos, es decir nada mas alejado del gastado “había una vez”, sino que por el contrario, pude vernos en una sucesión infinita de momentos concretos en que aprendimos que allá afuera, aún quedan muchos kilómetros por recorrer.  


(Una sinfonía de horror).

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