< Sobre este artículo > Mi posición irrenunciable es que los libros falsificados
deben donarse y reciclarse. Aquellos que se decidan donar deben tener la debida
aclaración y con esa premisa podrán utilizarse, provisoriamente.
Mientras que aquellos títulos que por su
materia (complejidad o rigurosidad técnica) no puedan ser donados para su uso cotidiano,
deberán reciclar su papel para nuevos emprendimientos. Quemarlos no creo que en
ningún caso, sea una opción plausible.
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