31.1.13


Es curioso que cuando se habla de principios morales o de legalidades propias de nuestro tiempo, de nuestra cultura se tenga la extraña certeza de que ellos son absolutos, eternos, innatos.

Así los hombres incautos marchan hasta el final de sus días, crédulos de circunstancias que el propio devenir inapelable tarde o temprano arrasará, como el huracán sobre los campos sembrados, dejando el suelo dispuesto para nuevos futuros.

Que el futuro está ocurriendo en pleno desarrollo es innegable, utilizamos la expresión de Eric Hobsbawn en nuestro favor, sin embargo viendo campos inundados y cosechas perdidas, pienso: siempre se confirma la tesis, la naturaleza no reconoce bondades, ni las barricadas del progreso.
África fue azotada y diezmada económicamente, a causa del comercio de esclavos, por los países que se erigieron como centrales.
Un esclavo para ser tal, debe sufrir antes que nada el desarraigo. El destierro y el (intento de) olvido de sus raíces son fundamentales para la condición de esclavitud. Es tan fácil pensar el desamparo en abstracto, a desconocidos, a miles de kilómetros.
¿Cuántas cuadras te separan del primer signo de opresión?

30.1.13


Hace unos días escuchaba a alguien hablar acerca de la ingenuidad de creer en la neutralidad política, social, etc., y me quedé pensando: el que observa lo hace desde cierto punto de vista. Esta expresión pone de manifiesto que hay distintas perspectivas, todas relativas a la visión que posibilita, cada lugar en el mundo.
Más que solo estar ahí, es necesario ser una “presencia en el mundo, con el mundo y con los otros”, como dice Paulo Freire en < Pedagogía de la autonomía >. Esto nos obliga a escapar de los discursos con vocación de universal, aquellos discursos que disgregan y que seducen con promesas de bienaventuranzas a costo de separar-nos del entorno. El desafío está en crecer con el otro diferente de mi.
Encontrar aquella medida justa que aproxime la existencia a un medio (satisfactorio / de equilibrio), entre el descabellado optimismo superfluo y el fatalismo apocalíptico del “está todo dicho”, es la pretensión del hombre sabio, aquel que orienta su razón como el arquero apunta al blanco.
Virtudes, que le llaman algunos.  

Cada texto debe leerse de forma curiosa.
Hay una frase muy linda que dice que debemos evitar transformarnos en esa clase de lector, que se domestica ante el texto. Es necesario arriesgar hipótesis, conclusiones, re-escribir finales, dejar citas inconclusas.  

25.1.13


Además me traje “Vida entre los patagones” de George C. Musters, la travesía de un ingles desde el estrecho de Magallanes hasta Río Negro, entre 1869 – 1870. Me lo llevo al campo a descubrir sus páginas. 

22.1.13


Puede parecer una estupidez, pero añoraba pasear por las calles de El Bolsón sin apuro, tomando unas cervezas,  que es como un Katmandú del 3ª mundo, nada especial y para ser sinceros prefiero Purmamarca en el otro extremo del país - o tal vez Tilcara -… ya Humahuaca es otro precio.
Mi bolsito de excursiones estaba impregnado de masala y un mix de picantes (de esos que se pone una pizquita), leer el libro del mundo desde sus sabores y sus olores no tiene nada que ver con lo que te cuentan o con aquello que uno supone. 

Tu sonrisa de marfil cada mañana sabe como la brisa para el labriego. 

21.1.13


Y ese lugar al que algunos llaman patria, quizá no sea otra cosa que el naranjo de la casa mi infancia o la esquina en que nos dimos el primer beso. 

10.1.13


Hace un par de días leí un artículo acerca de la construcción mítica de la historia, es decir: del pasado que nos ancla a un sentido común, a una homogeneidad torpemente cocida a un marco general.
Considerar entonces el hilo de Ariadna que recorre el devenir como un mito, no es descabellado.
En sentido amplio, nos argumentan especialistas mas ilustres, que el mitho es: “… un relato simbólico que narra las vicisitudes de unos personajes sobrehumanos (por su excelsitud o por su mezquindad); es un relato moral, y para ser exactos un relato sobre el pasado cuya función es la de justificar o explicar algunos aspectos de la realidad actual”.
La Real Academia Española desarrolla cuatro acepciones, vale decir: cuatro sentidos a tal palabra, tan usada - tan re-frita. Definamos:
1. Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad.
2. Historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal.
3. Persona o cosa rodeada de extraordinaria estima.
4. Persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen.
En un sentido positivo podemos tomar las dos primeras acepciones y arropar en nuestros sentimientos, caros ideales. Mientras que para ser honestos y sortear la ingenuidad de nuestros maestros de primaria, podemos considerar los dos sentidos de abajo, a fin de pensar, redefinir y des-cubrir los ropajes que envuelven nuestras prácticas, nuestro lenguaje, nuestro rastro a seguir. 

No recuerdo la fecha cierta, era muy pequeño – 28 de enero de 1986, me sopla Wikipedia – estaba viendo con el entusiasmo de un niño, el despegue del < transbordador espacial Challenger >.
De repente, pasado apenas un minuto, se desintegra en el aire y no se por qué, jamás olvidé tremenda paliza al optimismo de conquista.  

Tomo un libro al azar (no tan al azar), la primera expresión del autor dice:
"¿Qué pasaría si este presente fuera la última noche del mundo?"
Me sonrío, el autor es un poco presumido pienso, sin embargo como agnóstico o como devoto es una expresión transparente, equivalente, disparadora.
El tiempo y el espacio, en su rostro imaginario tienen esa facultad imposible.   

7.1.13


Paro en un semáforo y un perro muerto me recuerda que la finitud es mas que un concepto. La finitud es una condición que huele a podrido. 

4.1.13


Ana Carolina Farías, hace algunos años recorriendo la costa del Uruguay, estabas empecinada en competir conmigo por ver quien sacaba la mejor foto (en vano).
El último día ya sin un peso, dejamos el hotelcito a las 10.00 - horario internacional- y el colectivo salía a las 1.30 AM o algo así, es decir que faltaba casi todo un día.
Llovía en Concepción. Deambular tiene sus costos y sus simplezas.  

3.1.13


Tengo en mis manos un pequeño libro de tapas medio pelo – ni blandas como las hojas del interior, ni duras como las ediciones que uno guarda con entusiasmo. Un barato ejemplar de bolsillo, que compré en una mesa de saldos literarios.
Según parece lo pagué a “$ 16.-”, una débil marca de lápiz me lo recuerda. Como también me recuerda las horas que he pasado revolviendo los tablones de saldos, buscando tesoros entre la basura del vendedor de libros.
Es que sospecho lo obvio, estos canallas no saben lo que venden.
La avidez los motiva a vender al payaso de turno, al político en alza, al gurú vende humo. 

2.1.13

Cuenta regresiva.


Una vez leí a un aventurero, de esos que viajan durante años alrededor de la línea del Ecuador por ejemplo, y decía que una forma de prolongar la aventura es vivir la etapa de preparativos como si fuera la propia travesía.
Hace cientos de partidas que práctico su consejo, por demás certero.

El profesor sin zapatos.


En un lugar concurrido y solemne el profesor había decidido un pequeño acto de rebeldía y sacó sus zapatos mientras transcurría la escena, pongámosle un concierto de piano.
Alguien los vio y decidió ser aún mas villano, con sigilo los escondió dejando al profesor en medias y a la vista de todos… se hizo tarde, demasiado; nada, ni un rastro. 
¿Cómo volver a casa, en medias y burlado?