En nuestro país fue necesaria una situación límite
como la de 1918, cuya magnitud nos atraviesa aún hoy y resuena en los pasillos
y aulas la búsqueda incesante de mayores libertades y el ejercicio de la razón,
la intervención política contribuyendo al desarrollo social con espíritu
inquisitivo y que se sabe provisoria, porque provisorias son las conclusiones
del saber.
Con la única tutela de la razón democrática
debe guiarse la educación, porque se pretenden ciudadanos conscientes de si y
de su lugar en el mundo, una noción fundamental para la liberación del hombre,
es decir la educación como práctica transformadora.
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