Cada vez que se intenta menospreciar el valor de la filosofía por ser tildada (prejuiciosamente) de anacrónica etérea, divagante o traída de los pelos… es decir poco comprometida con la realidad política y social de una época; debería hacerse un alto en el palabrerío para bucear en la inmensa biblioteca en imperecedera expansión y ver el profundo compromiso y la valía social del pensamiento filosófico – siempre –
Debería comenzar (cuando menos) por leer la Apología de Sócrates, allá en los comienzos de esta disciplina, de tan poca estima por los gobernantes de todo tiempo y lugar.
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