Hace días me dan vuelta en la cabeza algunas palabras que me dijo alguien. Este alguien milita (no vale la expresión profesa) en una de esas religiones que se inventaron en estos últimos cien años. Así que, ya aquí debería darse por concluido el comentario, pero de todos modos: denunciemos.
Hablábamos acerca de mi camino por esta cuestión de lo filoso-fía y ella fiel a la mas antigua interpretación y mas errada interpretación de la Biblia, me intentaba persuadir de que no era un camino correcto (ok, ya no lo sigo entonces).
Esto es una verdadera estupidez, ya que si bien las diferencias en muchos casos son irreconciliables, en tantos otros pueden convivir armónicamente – esto del pensamiento religioso, con aquello de las reflexiones críticas, ácidas y molestas de la filosofía.
Debatir acerca de este camino-bifurcación-camino, con judíos, católicos y musulmanes de “tranquilo peregrinar”, es una cosa, es sano.
Debatir con terroristas de las sectas, emergentes de rupturas de estas religiones antes mencionada, es en vano.
La cuestión no es debatir, obvio. Esa gente, no considera nada como normal o real.
Entre algunas cosas alarmantes que me contaba esta persona, hablaba de la imposibilidad de sentarse en un espacio interreligioso o ecuménico o plural, incluso con otros espacios que no sean confesionales (que se yo: club de leones, ponele), esto implicaría – me decía – un bajar la guardia, un tener que ceder ante la visión de los demás.
Acá la cosa se pone un poco mas espesa, ya que claro está: estas sectas se construyen como rupturas de otros credos mayores. De aquí la primera cuestión de imposibilidad de diálogo, son en contra de… y no por si mismas.
Entonces, como fiel a mi propia historia, siempre plural y ecuménica de todo, me pregunto, me respondo: toda persona que no sea capaz del diálogo no es agente de paz.
“El problema con las mezclas, es solo si después hay que conducir, la resaca te se pasa…”
ver enlace: http://disrupciones.blogspot.com/2009/10/sectas-entrega-1.html
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