Una profesora en la ciudad de San Luis fue
sancionada por promover la lectura de un libro, que en su propuesta pedagógica había
procurado no solo cumplir con la normativa sino que además ha buscado promover
una sexualidad responsable, integral y atento a todas las posibilidades en pos
de la diversidad.
Leí el artículo de Página / 12 “Torquemada todavíavive en San Luis”, busqué para leer atentamente la “Ley de educación sexual integral”
y las referencias del libro “Hay una chica en mi sopa” (que ahora quiero leer
completo), a priori es un acto repudiable: ¡censurar la lectura!, apelan a ese
mecanismo los torpes autoritarios que le temen a las páginas de un texto cuando
son puestas en marcha, por la razón del lector.
Que los libros se oculten y se quemen no es
nuevo, es una antigua práctica violenta. Coincido con el razonamiento de la
periodista en dialogo con la profesora sancionada, que la medida es claramente “aleccionadora”,
y agrego yo: sancionar la lectura siempre es un preludio del horror, como han
dicho ya, célebremente.
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