Es necesario asumir
como educadores e intelectuales un permanente incentivo de la lectura crítica,
que es tarea sustantiva a fin de que como decímos siempre, podamos fundar
espacios de debate y disenso. Ocurre que sería ingenuo pretender que exista un
proceso transformador, participativo y democrático en el plano intelectual e incluso
en el lenguaje cotidiano cuando esto no ocurre en el seno de la cuestión
política y en el plano material, es decir en la implementación de políticas
públicas, la legislación laboral, el sistema productivo, las garantías
jurídicas, etc.
Pongamos brevemente
por caso los Indicadores Nacionales de 2011, ofrecidos por el Ministerio de
Salud, a los efectos de mostrar la pertinencia de las palabras del profesor
Freire y no pensar que su importancia es de las décadas anteriores y no actualizables a nuestro tiempo actual. El índice de alfabetismo total en la Argentina es de
aproximadamente un 97,4 % para niños de hasta diez años, pero mientras que en
Capital Federal el analfabetismo para el mismo rango de edad, es inexistente (0,5 %) en provincias como
Chaco y Formosa los índices son groseros 8 % y 6 % respectivamente.
Lo que por
un lado se oculta por el otro se desenmascara.
De lo que hablamos de una
desigualdad de oportunidades manifiesta en nuestra realidad ya que estas
rupturas son de raíz decididamente política y económica – lo que es francamente
una deuda interna, ya que desde 1884 con la Ley 1420, hemos
apostado a una educación igualitaria,
gratuita y obligatoria, como dice el artículo número dos.
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