Freire
insiste en sus reflexiones sobre la práctica educativa a favor de la autonomía
del ser de los educandos, por la importancia relevante del tema. De este modo
es que se aproxima a la inconclusión del hombre y su inserción en un plano de
búsqueda constante, entiende a: “…hombres
y mujeres como seres históricos, que se hacen y rehacen socialmente. Es la
experiencia social la que en última instancia nos hace, la que nos constituye
como estamos siendo…” y es en este sentido que definimos a hombres y mujeres como seres incompletos,
inacabados o inconclusos, es una condición que incluye a cada especie vital,
porque cada ser es en movimiento pero “… los
árboles y las otras especies animales son incompletos, pero no tienen
conciencia de ello”. Sin embargo el hombre que es consciente de sí y de su inacabamiento trae
consigo la posibilidad de la educación y nos va a permitir comprender el no-yo,
siendo el mundo que nos rodea el primer otro que luego será un tú, entonces
conociendo lo diferente de mí es que me reconozco, pero la asunción de mi no
alude a la exclusión del otro, por el contrario. Y es así cuando el profesor
debe estar respetuosamente presente en la otredad del estudiante.
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