En el inicio de Gato negro el protagonista sabe que no tendrá crédito por la
historia que está punto de narrar, no obstante él dice: es perfectamente
natural y familiar.
Podría pensar que todos los
acampantes sienten muy dentro de sí, el temor de que a la noche, tras un día de
travesías, encuentren el mordisco violento de una serpiente enroscada en su
bolsa de dormir. Los mas supersticiosos no las nombran, solo les dicen “bichas”
o apodos similares… otros (los menos) piensan en aquello que dicen que dijo el
último de los soles del Nilo.
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