En la “Genealogía de la moral”, Nietzsche
afirma que indagando hacia el origen de toda verdad, ésta va quedando desnuda. Entonces
dice que todo aquello que consideramos natural y cotidiano incluso, puede
someterse a un rastreo genealógico tal, que la despoje del peso y del paso del
tiempo y sus capas de resignificación.
Por lo general son construcciones narcotizadas
para evitar la crudeza de su naturaleza, dan esperanza-pasiva a quienes
prefieren la tibieza del “démelo-todo-resuelto”. Leía hace un rato una
expresión que me recordó esto, decía: “es preferible pensar de manera
equivocada, que no pensar”. Esta sentencia que puede ser ampliamente cuestionada,
pero innegablemente tiene audacia y desafío, praxis. Necesariamente vivir
implica un estado de laboratorio permanente, donde es ley la prueba y error.
(Excavando en la tradición y sus
tejidos, aparecen verdades de rostro áspero, feo, no-moral, repugnantes. ¿Cuál
es el estatus de la verdad, si acaso existiera?)
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