9.9.09

palabras sueltas

Es preciso destacar que todos cuando comenzamos a transitar los caminos de la filosofía, comenzamos a hacerlo de manera desordenada y poco concluyente, es decir, sin el esfuerzo académico que merece tamaña empresa; a poco de leer algunas paginas de la monumental biblioteca de 2500 años que se erige sobre nosotros, pretendemos ser Nietzsche.

Ahora bien, eso no es malo, si quizá sea un poco ingenuo y arrebatado – hasta pelotudo en algunos casos.

Es necesario adquirir la agudeza para comprender la clave en la que escriben los filósofos de proporciones míticas, es necesario redescubrirlos, leerlos en su tiempo y lugar, sus ambiciones, desprejuiciarnos de toda preconcepción acerca de la disciplina heredada de la Grecia antigua.

Cuanto será necesario leer e interpretar antes de podernos destacar y comenzar a fundar – sin tantas pretensiones – nuestro propio camino, quizá pueda pasar toda nuestra vida, sin encontrar esa frase que sintetice todo nuestro pensamiento, aquella frase que nos haga despegar, aquella expresión o giro que nos distinga. Pues creo, a poco de transitar la academia, a poco de darle legitimación institucional al filósofo que en mi alma siempre vivió, que es necesaria la paciencia, la prudencia que guíe nuestro transitar por las vastas bibliotecas que nos preceden.

Es cierto que se debe tener una predispocisión natural para esto de la filosofía, es cierto que no todos están llamados a embarcarse a esta empresa del pensamiento, a este bucear por las profundidades del alma, por el pensamiento universal, por el que se aleja y vuelve – como siempre – a Dios. Todos los saberes deben ser pensados y a la luz de la crítica, alejándonos de aquello establecido, allí en el asombro, en la duda que gobierna la razón, allí es donde descansa el alma del filosofo, que intenta ser en su tiempo, partícipe del rumbo de la historia.

La vida contemplativa, no solo es aburrida y aquieta el espíritu hasta la somnolencia, sino que vuelve al filósofo un ser carente de la posibilidad de comunicación, es decir carente del otro, entonces carente de todo.

Aquello que es cotidiano, se torna vulgar, aquello que es noble (por sencillo, por poseer la torpeza de lo espontáneo), es mirado desde arriba, con desdén. Esa es la sensación que se siente apenas uno transita los pasillos de la facultad de filosofía, pero la vida es praxis, es acción transformadora y para eso hay que arremangarse y ensuciar un poco a la vieja disciplina.

Valentín Ibarra.

2 comentarios:

  1. Un dicho griego: "moderación en todo, inclusive en la moderación" (creo que lo cita don Nietzsche, vaya a saber de dónde lo sacó).
    "¡Rompé con cuidado!", diría Doña Rosa. Ante tamaña conjunción de sabiduría ancestral y vernácula, no puedo menos que coincidir con vos. Algún día espero poder dedicarme a bardear respetuosamente, a rendirle a las grandes figuras del pasado el humilde homenaje de la más abyecta falta de respeto. Por ahora voy practicando, por eso alterno mis lecturas con alguna que otra putueada por lo bajo, ;)
    Saludos.

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  2. Sin ser decididamente malvado, es preciso conservar ese toque de irreverencia adolescente… saludos profesor Rizzo

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