Envió una carta al pasado exigiendo respuestas de si mismo.
¿Por que antes, en su vida, no se animó a preguntarse nada?
Eran tantas las preguntas prohibidas…
Y solo recibió un telegrama de despido con el siguiente inventario
(para archivar en el nunca más):
Tres versos llorados.
Una botella medio vacía.
Seis fotos amarillas (de perfectos anónimos).
Dos billetes de lotería premiados (que nadie había reclamado).
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