No somos puntos aislados en el universo. Somos situación, nuestro existir es un estar situados. Es como un punto geométrico que no está en el aire (a la deriva), sino que está bien definido por coordenadas de ubicación.
Nos referenciamos en función de lo que somos. Una construcción permanente, por eso la libertad tiene una cuota de esclavitud. Por un lado es producto heredado y por otro es un mas allá, es lo que aún no – es lo que va siendo.
Entonces estamos inmersos y condicionados en un espacio medible.
Ahora bien, es medición no es necesariamente longitudinal (matemáticamente exacta), ni libre de especulación religiosa y/o metafísica; porque una vez resuelta nuestra finitud, por ejemplo al ser recordados, nos están referenciando cualitativamente (nos actualizamos). Es ese plus que nos entregan los cambios (fortuitos) del destino (tal vez sea mejor decir del no-destino), aquello que aún no hemos construido. Lo propio producido, el presente continuo del que siempre hablamos.
Porque somos, en la medida en que nos asombramos, nuestra voluntad surge desde el miedo, desde el instinto, de la natural referencia (diferenciada) con el entorno y eso no es una tabla de doble entrada, calculable – que arroja resultados.
Es mejor, menos malo quizá, pensar que después de todo o mejor dicho: mientras todo, hay un hilo conductor.
Esa idea de perfección, que por ser falible (yo) no he construido, arquetipos, ideas, paradigmas, dios, dioses, fuerzas… debe ser ! – el punto radica en no corrernos del centro y sabernos parte de un todo inconmensurable.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario