9.5.12

De herejías emancipadoras.

Según la Real Academia Española el disenso es la “conformidad de las partes en disolver o dejar sin efecto el contrato u obligación entre ellas existente”, es un sustantivo: vale decir, que es algo que tiene existencia real, de importancia, algo que se fundamenta en si mismo porque es independiente. De esto se infiere que la acción del disentimiento emerge del desacuerdo, y su consecuencia es la ruptura.


La mayoría de la comunidad educativa de nuestra Universidad, ha expresado la ruptura, el desacuerdo es manifiesto, vigente y plural (aunque podría utilizarse el término ecuménico, solo a modo de provocación).
Por otro lado, y apelando otra vez a la RAE, se entiende normalizar como la acción de poner en orden aquello que no lo estaba. Estabilizar, ajustar a una norma – normalizar políticamente. 
Los unos quieren superar el conflicto en pos de las libertades, los otros, por las sombras evadirse. 


Pero evadirse no es una opción política en la dirección del disenso, porque como decíamos implica conformidad, el tránsito de solución es el diálogo, que se inicia con “asumir el costo político”. Además ese diálogo lleva a construir otras expectativas de consenso, es decir un nuevo acuerdo que reemplace la ruptura. 


Ahí se fundamenta la legítima democracia, abriendo espacios de pluralidad, vale decir reconociendo posiciones, aceptando una normativa que estabiliza; superando la torre de babel o mejor dicho, hablando el mismo idioma - confluyendo. Creando filialidad y siendo reformistas, en permanente proceso de revisión crítica del estado de cosas y de la soberanía.


La salida debe ser institucional, porque la existencia de los Estados Modernos es institucional, no hay suelo donde pisar si no es por y en las instituciones. Para eso hay que rescatarlas, revalorizarlas y alejarnos del vaciamiento semántico y de legalidad. 


Hace un tiempo leía un texto titulado “La idea de Universidad”, de un docente de esta casa (UADER) y decía que se encuentra colonizada por el poder político (intervenida podemos decir), que es estatal y no pública. Que debemos abandonar la ilegitimidad – la bastardía de no ser autónomos. 


Universidad autónoma es (y tomo las palabras que se describen en este texto recién mencionado): educar, conocer, saber hacer, pensar y discernir (yo agrego: investigar). Es gobernarse con propiedad y no depender, es funcionar por su propia cuenta. 
Solo así la Universidad podrá contribuir al desarrollo social, desde la mirada de la ciencia y de la Razón, espíritu inquisitivo que cuestiona las revelaciones, las potestades y que además se sabe provisoria, sujeta a cambios y mutaciones. 

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