El Olimpo había sido burlado, Prometeo dio a los hombres el candil
fundamental para el desarrollo y ejercicio del ingenio, sin temor a los dioses
protegió al hombre dándole la llama de la conciencia. El fuego es el ancestro
de la razón iluminada de la modernidad,
la que pretendía avanzar siempre en la dirección del progreso.
Hasta aquí un engaño y dos castigos.
Por un lado Zeus ordeno el castigo de Prometeo: un águila le comería el
hígado cada día – hígado que se regeneraría cada noche por ser el órgano de un
inmortal. Por otro lado en castigo de los hombres, fue enviada a la tierra
Pandora una mujer emisaria de los dioses que introduciría todos los males:
plagas, pestes, pobreza, abandono, guerras, mentiras.
Esta combinación de fuerzas benéficas y oscuras son más que un relato
teológico, es una semblanza del corazón de las personas: el impulso libertario
y la conciencia de finitud, un a medias permanente…
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