16.5.13


Como todas sus palabras circularon primero en el interior y fueron refutadas largamente por su doliente e impetuosa precariedad.
Con el tiempo los debates fueron creciendo en razón y pasión, así merecieron circular entre pocos y la palabra se hizo misión. Asumió roles y personajes. Murió y naufragó: todo a flor de piel día tras día, corriendo hacia el inevitable estruendo.
Una larga diáspora le sirvió de prisión y aprendizaje, volverá ahora como un manuscrito en el que la figura del hereje se repite como una pesadilla, como un sueño o mejor un recuerdo. No esta fechado sería un arrebato, es una construcción permanente que se desgasta y a la vez se vuelve implacable, como una daga. 

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