2.10.12

Ella, Prometeo y el olvido de Feinmann.


Al fuego del hombre, que no es otra cosa que una alegoría de la ciencia, Prometeo lo padece porque Zeus no tolera la traición - como todo dios celoso y conciente de si.
En el en el relato inaugural, de la tradición judeo-cristiana, Yahweh también ordena no comer del árbol de la ciencia – ahí dios no tiene problemas con la sexualidad, sino con el saber, justamente por lo mismo que en el horizonte griego – es un mitema harto recurrente.
Pero el hombre, debe alumbrar con la chispa que brota de su ingenio y quien lo posee, tiene el imperativo de ofrecer esa chispa, al resto de la especie.
Vemos a diario la vana estupidez de los hombres ilustres, que ocultan el conocimiento para expertos de la nada, tal como si fueran partícipes de una casta sacerdotal. O peor, aquellos que se mofan del carente y simplifican la realidad, con meras explicaciones burlescas.

2 comentarios:

  1. «...pues nuestra vida no tiene necesidad ya de irracionalidad y vana presunción sino de que vivamos sin sobresaltos.» (Epicuro, Carta a Pítocles, 86-87 [p.74 de la edición de Cátedra, Madrid, 1999])

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