Hace años venimos escuchando que debe
conmemorarse el 11 de octubre, como una especie de último día autóctono, el
antes del fin que media entre: la cosmovisión de los pueblos originarios y el
avance implacable del eurocentrismo-imperial.
El 12 de octubre: no hay nada que festejar sentencian
las voces que se levantan en pos de la tierra sagrada (y sangrada).
En este sentido, debe rescatarse que durante el
proceso de homogenización e institucionalización de la cultura local, que quiso
representar una absurda idea de ser nacional, los nombres de las calles, los
actos “cívico-militares”, las imágenes de billetes y monedas, sirvieron para
neutralizar toda una historia que corría en paralelo al desarrollo de un
proyecto nación.
Es en este sentido que todas las efemérides,
son narraciones y esencialmente excluyentes.
Y sí... Se nos reclama una "Historia Total" (¡a no olvidarse de nada!). Eso sí, que sea respetuosa y consciente de las "particularidades" de cada "comunidad", sin olvidarse de un punto de vista "plural". Una Historia que, además, "construya identidad" (no se sabe muy bien de quién, porque somos unos cuantos y todavía estamos en obras, vió?). Una Historia "comprometida", "emancipadora", pero también "responsable", "democrática" y, ya que estamos "situada", y por qué no "histórica". El resto es fácil. Conseguimos un salón de actos, lo llenamos de alumnos, y en cuatro o cinco horitas les cantamos la posta a esta manga de indios, a ver si aprenden de una buena vez por todas!
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