Hemos sido educados en una sesgada visión de
las ciencias sociales, mediante el aprendizaje de recitados vacíos de reflexión.
Historia, patria, ciudadanía… acaso como sinónimos de una utopía hecha trizas o
una nostalgia de lo que no será.
Repetimos aquello de que “la familia es la célula
básica de la sociedad” queriendo dar un argumento sólido, sustantivo y con peso
propio. Es decir, imposible de ser refutado, siquiera pensado.
En la antigüedad clásica, en la vieja Grecia: a
los miembros de la familia se los denominaba “los del mismo comedero” y la casa
era el lugar donde se satisfacían las necesidades cotidianas de sus miembros.
En
tanto la vida del ciudadano, pasaba por el espacio de lo público, allí donde el
mayor estatus estaba en ocupar el tiempo con vistas al bien común. En los asuntos
de la polis.
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