Dice <Esther Díaz> en un artículo por ahí,
respecto de las escandalosas recepciones del arte de <León Ferrari>, que
cabría preguntarse donde se ubican con su discurso moralizante ante los
flagelos de las sociedades actuales – hambre, muerte, abandono, guerras – aquellos
que se pronuncian fervientemente en contra; es que solo es un discurso con pretensiones
disciplinarias (“casi siempre el horror de los pacatos tiene que ver con las representaciones
sexuales”), pero vacíos de compromiso genuino con el otro. Dice la autora que
citamos, “como si el arte tuviera la misión de ser edificante”.
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