31.1.13


Es curioso que cuando se habla de principios morales o de legalidades propias de nuestro tiempo, de nuestra cultura se tenga la extraña certeza de que ellos son absolutos, eternos, innatos.

Así los hombres incautos marchan hasta el final de sus días, crédulos de circunstancias que el propio devenir inapelable tarde o temprano arrasará, como el huracán sobre los campos sembrados, dejando el suelo dispuesto para nuevos futuros.

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