Recuerdo una novela adolescente,
de esas que se leen por obligación escolar.
Un joven llegaba a la capital
proveniente de no sé qué remoto lugar del país, en el aeropuerto todos corren y
lo agolpan, se pregunta por qué nadie se detiene a la saludarlo o siquiera a mirarlo,
él ahí solo. La autora con picardía se pregunta: ¿Por qué habrían de saludarlo
qué, acaso es Joan Manuel Serrat?
Al cabo de un novelesco año, el
mismo joven parece irse y veinte o treinta personajes lo despiden del mismo
aeropuerto, lo vivan, lo aclaman, lo lloran incluso. La autora, con la misma
picardía se pregunta: ¿acaso este joven, quien se cree que es, Joan Manuel Serrat?
Detrás de este vano y pedorro fragmento,
se esconde un atardecer presente.
(Partimos).
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