8.11.12


Llevó a un extremo aún más radical sus conjeturas, casi a vísperas de las refutaciones.

Pensó con aire de sentencia que un explorador tiene el gesto de tensión que se necesita para seguir un rastro, para encontrar ese hallazgo, para conquistar un pico.
Mientras tanto, el aventurero deja que la luz de la mañana lo sorprenda con nuevos vientos, porque descansa su marcha con la sola vista anclada al horizonte.
No pensaran que es una observación menor la de hoy, la diferencia es (casi) irreconciliable.  

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