Comienza Franco Volpi (un texto
pedagógico sobre el nihilismo, donde reconstruye la ruta del término – Nihil de latín: nada) diciendo que si el
pensamiento es hijo del tiempo en que emerge, eso no implica que el pensamiento
sea esclavo de su tiempo, citando a Hegel.
Los acontecimientos que siguieron
a la teoría Hegeliana instalan en el pensar, una fragmentación tal que hace
imposible establecer discursos que se pretendan universales, en este sentido se
suma el dominio de una tecnociencia
irreflexiva. Van a decir pensadores como Nietzsche, Dostoievski y
Heidegger que el fenómeno del nihilismo será el estado definitorio de
occidente. El capítulo primero parte de una expresión no solo pesimista sino a
modo de sentencia: “el hombre
contemporáneo se encuentra en una situación de incertidumbre y precariedad”,
donde la superficie de los valores tradicionales está en ruinas.
A este estado de vacío lo explica
el fenómeno del nihilismo, pero ¿qué es? – comienza a discutirse en la segunda
mitad del siglo XIX y se desarrolla ampliamente durante el siglo XX, es la
expresión de tentativas artísticas, literarias y filosóficas dirigidas a
experimentar la potencia de lo negativo y a vivir sus consecuencias. Va a decir
Nietzsche que es el tiempo donde los
valores supremos se desvalorizan, es el tiempo donde se pierde el sentido y
la orientación, las referencias tradicionales caen en desuso. Es un tiempo en
que la nada se impone con presencia
propia, en pleno desarraigo metafísico moderno.
“Como una sombra insuprimible la nada ha acompañado y fatigado la
reflexión filosófica”, pero en nuestro siglo, este pensar la nada hace
referencia a un tipo de hombre y su actitud teórico-práctica frente a la
realidad que se impone mecánicamente, desde la esfera del mercado, la publicidad
y la guerra. Es una ruptura anclada en el desencanto.
Tras la expresión de que con los
tiempos de la modernidad, Dios ha muerto,
se esconde en el hombre una libertad desesperada dice Volpi, ya que la
trascendencia pierde su fuerza vinculante, el hombre queda abandonado a sí
mismo. Entonces esta libertad que es desesperada, infunde mas angustia que
plenitud.
Con Nietzsche el fenómeno es
abordado de manera radical, hasta lo que se considera sus verdaderas raíces: el platonismo y el cristianismo.
Fue decisiva la lectura que hizo cuando
joven de la obra de Schopenhauer, sobre todo la obra “El mundo como voluntad y
representación”, donde concibe este pesimismo como pasividad y debilitamiento
del espíritu, definiendo la existencia del hombre como: una nada consciente de sí. Es de este abrevadero donde va a
nutrirse Nietzsche.
Nos parece importante explicar la
famosa expresión sobre la muerte de Dios,
desde su origen el pensamiento de Schopenhauer y de Mainlander: el origen
del mundo (nos cuentan) es un acto voluntario de Dios, es el resultado de una
acción de la trascendencia que nos es incognoscible, y el mundo tiene su origen
en el acto en que Dios deja de ser el super-ser que está mas allá del mundo y
del ser, para disolverse en la inmanencia, esto es en el no-ser.
Es allí entonces, en una
filosofía de la historia sometida a la leyes del dolor, de la máxima virginidad
y en el recomiendo del suicidio como rendición de la existencia y total
negación de la voluntad, es allí desde donde parte el pensamiento Nietzscheano,
sin olvidar sus lecturas de Dostoievski (con quien sintió un instinto de
afinidad, según él mismo lo dice, no obstante haberlo conocido tarde).
Serán centrales en el devenir de
occidente, sus tesis sobre la decadencia.