Desde la tierra (y panza arriba) la bóveda
celeste es armonía, una sinfonía perfecta. Sin embargo, en rigor de la verdad
su vastedad es ingobernable.
Los griegos pensaban que la realidad
del hombre es una escala de la propia "physis". Así es el hombre que comprende la
realidad de su naturaleza: ingobernable !
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