Caminó calle abajo hasta encontrar su espanto, frente al tugurio que frecuentaba desde hacía siglos ya. Es que no amanecía en la indefensa llanura de esa vida sin sobresaltos.
Al menos le quedaba la humorada, de pensarse ahorcando vegetarianos.
un pequeño refugio para la fuga de ideas
No hay comentarios:
Publicar un comentario