Cuando se habla de recursos, se habla de aquellos intermedios por lo que se suplen necesidades. De inmediato se piensa en alimentación, vivienda y abrigo, aquellos indispensables para el desarrollo de la vida, pero también se piensa en estos (que ciertamente son insuficientes, así solos), se piensa de una manera ingenua. Un hombrecito cazador, que luego utiliza los cueros de las presas y otros favores del entorno para confeccionar utensilios y alcanzar mejores condiciones de vida.
Bueno, esto es muy elemental (aunque muchos consideran la cosa hasta acá – catedráticos que así lo enseñan, alumnos que así lo aprenden, economistas que así resultan).
Cuando se habla de recursos, debemos pensar en aquellos que son estratégicos, es decir los cimientos de las condiciones de producción, aquellos que de manera conjunta y global podrán ser direccionados hacia un horizonte planificado. Ok, ya estamos hablando de otra cosa entonces.
La Argentina tiene una extensa latitud, eso se sabe y se repite desde la infancia, por consiguiente cuenta que innumerables condiciones climáticas y geográficas aptas para el desarrollo sustentable, en este contexto el hombrecito cazador tiene buenas posibilidades de subsistencia, pero en un mundo tecnificado, superpoblado y en constante crecimiento y complejización, obviamente se queda corto. Necesitará de otros recursos, aquellos que deben ser garantizados por un Estado responsable y con un proyecto de desarrollo.
Otras naciones quizá mas avanzadas, no discuten (porque ya lo discutieron hace décadas) acerca de los recursos estratégicos: control de los combustibles, comunicaciones y transporte. Son tres ejes de desarrollo y de defensa territorial.
Por un lado promueven la producción e industrialización con ciertas garantías de continuidad; por el otro (siguiendo por la línea de continuidad) permite el normal funcionamiento de todos los instrumentos sociales, en caso de conflicto (de cualquier índole) en el plano internacional y por sobre todo no están (tan) sujetas a especulaciones financieras y boicots políticos o económicos.
Entonces, siempre que se escuha ese latiguillo (casi de secundaria) de que la Argentina es un país potencialmente rico y que podría estar en el primer mundo compitiendo de igual a igual, deberíamos detenernos y reflexionar.
Por un lado debería darnos vergüenza tanta mediocridad instituida y por otro darnos cuenta que eso ya no puede ser, habría que desandar dos siglos de historia, vaciamiento cultural, territorial y de recursos. Porque el cimiento está aquí, para arriba y para los costados se podrá seguir creciendo indicadores hasta alcanzar su desarrollo, en la medida en que seamos dueños de nuestro futuro.
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