Pensando en el tiempo, me encuentro haciendo un
mapa mental del futuro apocalíptico – el futurismo es un estado anímico, como
el pasado o el presente, por ende no en ocasiones se evoca florido y evolucionado.
Sin embargo, demasiado cine o quizá una íntima convicción de que somos
protagonistas de las ruinas que tapizan nuestro suelo global, representamos el
futuro lejano, como una aridez en que las guerrillas, resisten a la destrucción
final de nuestro tiempo y espacio…
¿Dónde habrá lugar para la esperanza, cuando ni
un solo bosque plenifique un pedazo de aldea?
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