El carácter de las teorías científicas (saberes autorizados en general) es neutro. Lo que de ellos se haga posteriormente (beneficios genuinos o especulaciones del mercado) se corresponde a otro plano de discusión. El conocimiento es gozado y sufrido a la vez y como dice Esther Díaz: “…La ética existe en el cruce de fuerzas entre la racionalidad y el deseo”.
La perversidad del proyecto moderno, puso en riesgo la subsistencia del planeta.
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