3.11.10

Ni del Opus Dei, ni ateo.

Desde el centro, me río de sus burlescos enfrentamientos.

Inmolándose por causas globales que los exceden, aún en las trincheras barriales.
Entronizando discursos heredados de retóricos plebeyos, con aires mesiánicos. En los extremos se reúnen, pero son incapaces de compartirse, mientras se flagelan.

(Piensen que uno de sus rasgos comunes, es el desprecio por la sensualidad)

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