La epopeya del hombre es abrirse paso hacia el futuro, en el tiempo. Cargándose de seguridad en si mismo y su empresa, ese ir, es siempre hacia lo incierto: por desconocido, por terminar indefectiblemente en tragedia, la tragedia de la muerte irremediable.
Allí se teje la trama de la existencia humana, en un especio-tiempo repleto de significaciones, construidas por la sola (y suficiente) premisa de la realización (felicidad), ante la presencia de lo desconocido. Es el espacio-tiempo, lo que le imprime el carácter movible a la existencia humana, por ser anterior ontológicamente al propio hombre y su actividad, que siempre corre tras de si en el espacio, de manera desbocada.
Es arrojado al devenir.
20.8.10
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