El problema de las contradicciones internas al modelo (político, económico, social), atenta contra la noción misma de modelo, que es la construcción simplificada de una realidad determinada, para ser explicada.
Porque si no hay unicidad, en la totalidad de la construcción y comienza su fragmentación desde adentro, la visión del mundo (fundamento y utilidad de los modelos) no es clara y por tanto inservible.
Será preciso entonces, atender a la letra chica de los discursos.
Contemplar (en tanto observar) la profundidad de un objeto o experiencia, que modifica la totalidad de nuestras percepciones del mundo y su dinámica (continuamente). Ese es el origen de la permanente actualización del espíritu humano (espíritu no solo en su concepción teológica, sino también como voluntad, impulso vital, y fundamentalmente: pensamiento).
Así entendido, no es vagar o despojarse de las ataduras (por ejemplo ideológicas que siempre son importantes), sino que su fundamento mismo es la búsqueda (su razón).
El pensamiento solo tiene los límites que uno mismo le imprime, generalmente por cobardía.
El pensamiento es: a) torbellino de ideas, es cadena infinita de representaciones, pero también es: b) una acción que dirigida y articulada como sistema, que permite la superación constante, es cadena de medios a fines (en un sentido pragmático), y por ende: c) tiene la capacidad de correr los velos de las tradiciones heredadas y de las verdades no exploradas.
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