… y no a la inversa.
Así, las teogonías griegas y judeocristianas (fundantes de nuestra matriz de pensamiento) lo inscriben en el imaginario colectivo, para comprobarlo basta con leer la Teogonía de Hesiodo, siglo VII a. C., y el Libro del Génesis, en la Biblia.
Esta, es una justificación válida de las cosmovisiones ya que lo que se busca reflejar es el paso (el tránsito) del caos (lugar incierto, confuso y desordenado) en el esquema griego y de la nada (carencia absoluta de ser) hacia la luz o el todo de la creación (en el universo judeocristiano). El tránsito del desorden al orden perfectísimo.
Ahora, solo es lícito comprar estas nociones solo en este punto ya que los esquemas de ambas culturas (en cuanto concepciones teológicas) difieren diametralmente.
En el esquema griego los Dioses ordenan el caos del principio en una armonía infinita, mientras que en el pueblo hebreo (posteriormente también cristiano) Dios crea de la nada, en un acto de libre voluntad.
El comentario solo intenta resaltar la huella psicológica que hace ir hacia delante al hombre en sus preguntas, reflexiones (y probables respuestas) acerca del origen y sentido del todo.
21.3.10
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