El hombre se busca a si mismo fuera de él mismo. Esa es una incomprensible actitud que menosprecia la interioridad – la última frontera, el último reducto, desde donde emerge el yo y hacia donde regresa para refugiarse.
En la búsqueda exterior se menoscaba la individualidad misma, para querer ser otro.
La búsqueda es vocación de infinito, responder a la pregunta ¿quién soy?, es como la reflexión de san Agustín acerca del tiempo, donde solo uno lo sabe para si mismo, pero no es capaz de reproducirlo o expresarlo.
Esta pregunta es fundamental, es la que le imprime dramaticidad a la vida.
Con esfuerzo, quizá se consiga el giro necesario para despertar – allí comienza la angustia, y emergen las palabras claves para comenzar la búsqueda; bien, mal, amor, muerte, existir.
Comenzar por preguntarse es comenzar a transitar el camino de la verdad. Comenzar a vivir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Acerca de tres caminos habla la diosa a Parménides, uno es impracticable, mudo, sobre el que no ha de expresar nada porque sencillamente no puede. Es desconocido.
ResponderEliminarEl segundo camino es el de la opinión de los hombres comunes, es el camino de aquello que se dice, es lo mediocre, sin valor reflexivo. Acerca de este camino debe hablarle, porque ahí el hombre existe y se desarrolla la vida, es el mundo cotidiano. Es apariencia de verdad.
Y el tercer camino, es el de la certeza – el camino del ser (de la virtud). Por este camino transitan los que buscan y han despertado. Quienes cultivan la sabiduría. Es fijo y pleno.