Entre la estrategia de gobierno y la desaparición de las instituciones.
Primero con los muchachos de la cgt, luego (el pasado sábado) con los legisladores (diputados + senadores) y el gabinete de ministros, la semana que viene con los gobernadores leales. La presidenta y su pingüino están de anfitriones.
Todos los medios de comunicación han levantado estas noticias con un cierto aire fresco, es decir con un tono bien “de asado de mediodía” (precisamente).
El hecho es lo que se conoce como “bajada de línea” o para “cocinar”, pero llamémosle benévolamente “alinear tropas”. Pero es una situación que roza lo antidemocrático y totalitarista (en un sentido amplio, no sea cosa que se ofenda algún distraído).
Este no fue solo un almuerzo de camaradería, sino que fue el debilitamiento de las instituciones nacionales (parlamentarias, ejecutivas, sindicales), debilitando la independencia de poderes (en general) y la deliberación + voto individual (en particular).
Es asistir a la imposibilidad de una crítica desde el poder, hacia si mismo y hacia la realidad del contexto.
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Hay que reconocer que es algo que todos los gobiernos han hecho (y lo hacen en todos lados). En todos los casos va en contra de una ética democrática y republicana. Lo triste es la legitimación simbólica (el gesto de 'asado de fin de semana'). Ya es triste saber que nuestros gobernantes son más parecidos a cualquiera de nosotros de lo que nos gustaría admitir. Que encima nos refrieguen en la cara que nosotros somos (o nos gustaría ser, si tuviéramos guita para el asado) parecidos a ellos, es algo de lo más descorazonador. Encima después nos ofrecen las sobras y nosotros, contentos. Después de todo ¿qué puede ser más 'argentino' que el asadito al mediodía y los negociados turbios?
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