El cuento policial tiene en su narrativa /
relato, la iniciativa de la resolución de un caso. En este sentido el objeto de
estudio (el caso) debe abordarse desde la observación, la deducción y la intuición
(en forma conjunta) – esto es las condiciones de laboratorio y la posición del
observador.
Es por eso que el género prolifero en el siglo XIX,
en pleno auge del pensamiento, en su faceta positivista.
Con el correr del siglo y adentrado en el siglo
XX, el género viró su timón hacia un cariz mas psicológico, apelando mas bien a
investigar las motivaciones de los criminales, que la resolución del caso en si
mismo; dejando en un papel secundario la explicación lógico-científica de la
trama.
Este giro, es consecuente con los distintos
cambios de rumbo y ritmo, que se sucedieron en la cosmovisión, durante el paso
de un siglo hacia el otro.
La sociedades mecanizadas y matemáticamente
dispuestas, ya no respondían a los avatares de la periferia cada vez mas
creciente, producto de la misma concentración fabril-industrial y emergía en el
horizonte de sentido de la época, la angustia y la alienación.
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