En su obra “Los problemas
de la filosofía”, Russell inicia el capítulo I, el cual versa sobre la “Apariencia
y Realidad”, lo inicia preguntando: ¿existe en el mundo algún conocimiento que
pueda ser tan cierto que ningún hombre pueda dudar de él? - Es una pregunta en
extremo complicada de ser abordada, hacerlo, es abordar la propia filosofía –
se responde el autor. Es decir, es buscar respuestas sin dogmatismos, por el
contrario, es hacerlo críticamente, sacando todo lo borroso que hay sobre lo
claro. Es un camino de búsqueda de la certeza. Se propone comenzar desde
nuestras experiencias cercanas para luego avanzar.
A partir de allí Russell
demuestra que el conocimiento esta impregnado de apariencias y puntos de
vistas, esos puntos de vistas conducen a la duda ya que todo hombre observará
(aún en la misma circunstancia) cosas distintas, sus impresiones son divergentes.
Inclusive lo que resulta harto evidente, se torna difícil de sostener cuando se
trata de precisar.
Para comprender mejor el párrafo
será necesario ver el argumento ampliamente desarrollado en el libro, al respecto
de la mesa de madera del ambiente en el que se encuentra. ¿Cuál es la realidad
de la mesa? ¿Acaso no hay ninguna mesa real? Tenemos informaciones sensoriales,
luego la sensación de la experiencia. Pero en rigor de la verdad la mesa, no es
su sensación en nosotros. Hace aquí un análisis de la percepción. Las
apariencias son relativas y los datos que percibimos emanan de los sentidos.
Los objetos causan datos en los sentidos y solo podemos conocer la relación
entre ellos, pero no la naturaleza intrínseca del objeto.
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