23.10.11


La cuestión social deja de ser una dimensión del modelo, para cobrar existencia material en la trama de relaciones, tensiones y conciliaciones del espacio real. El centro de gravedad debe ser el estado de carencia constitutiva del hombre, en permanente expansión por efecto no solo de la tecnificación emergente desde la Revolución Industrial, sino fundamentalmente de la apatía del hombre hacia el hombre, situación de la que resulta una ruptura del tejido y donde hombres y mujeres son arrojados a condiciones mínimas de existencia y sustento (o incluso la muerte).
Se trata entonces, de mirar hacia adentro y preguntarse por uno mismo en relación. Poner en evidencia esta dimensión crítica, es resistir a los intentos de naturalización una economía que: habiendo rotado la importancia capital del hombre, busca perpetuar (violentamente) al capital financiero, como fin último de las relaciones de cambio. 

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