…e interceptó un soplido lejano, su mente venía de camino.
Un influjo de pragmatismo tiñó el pan, las nubes, los ladridos de su perro (solo, en alguna parte), trataba de leer pensamientos ajenos pero a lo sumo conseguía representarse.
Eso le daba gusto, por suerte no era jugador, ni pirómano todavía.
Hubiera preferido ser actor de variete, pero en el fondo le costaba reírse de si mismo.
Que redondee me piden.
- Al pedo !
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