Hace un par de años en
Brasil tuvimos la suerte de hospedarnos en un precioso hotel, completamente
decorado por la obra de un autor; su temática era ambigua: caballos libres y
una mujer desnuda.
Nos parece hasta el día de hoy
que a ella, él la amaba, se le notaba en la caricia del pincel sobre la tela.
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