Conocí a García Márquez por
obligación, como todos, en medio de lecturas secundarias. No obstante me asaltó
un cálido afecto por su obra y sus palabras tan llenas de colores y vericuetos.
Ya no lo leo hace tiempo, a veces me gustaría…, así comienza “Del amor y otros
demonios” un texto polifónico: “Un perro cenizo con un lucero en la frente
irrumpió en los vericuetos del mercado el primer domingo de diciembre, revolcó
mesas de fritangas, desbarató tenderetes de indios y toldos de lotería, y de
paso mordió a cuatro personas que se le atravesaron en el camino. Tres eran
esclavos negros. La otra fue Sierva María de Todos los Ángeles, hija única del
marqués de Casalduero, que había ido con una sirvienta mulata a comprar una
ristra de cascabeles para la fiesta de sus doce años”.
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