19.7.13

Hace dos días vimos una película titulada Vaquero.
Cine de autor, nacional, planos cortos, luces y sombras. Presentado con una estética vanguardista, diálogos simples, puteadas, humo y whisky. Todo articulado con el pensamiento retorcido de lo más profundo de una subjetividad desanimada. El protagonista y el director (la misma persona) más los secundarios: todos vinculados en una trama que busca ser mas de lo que tiene para dar. Pienso en esas expresiones trilladas: cine de autor, posición de pose. Pose tras pose se pierde la originalidad, la espesura, la identidad y cae en la trampa inexpugnable de la búsqueda estéril de lo singular.

De repente terminó. ¿Qué? ¿Ya? – Si, apaga la tele querés… mañana se trabaja en esta casa. 

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