Este espacio
que es en permanente construcción (condición
necesaria para seguir siendo), solo quiere tildarse de hoja de ruta – es decir: un espacio donde se asientan los pasos, las experiencias del camino, los momentos que
solamente están sistematizados por el orden cronológico.
Esta (hoja
de ruta) que alguna vez aprendimos jugando, para dejar huellas de nuestros instantes
a la incierta e innecesaria posteridad.
Aquella, que
por capricho hicimos para luego, perder en algún cajón – y tiempo mas tarde, perder
en el mas grato olvido – las hojas de ruta, no son otra cosa que los mojones de
la recaída en la inmediatez.
Lo que nos
va constituyendo, lo que no desaparece pues, están incluidos en el permanente
fluir de nuestra existencia. La vida, hoja de ruta.
Nuevos pasos,
nuevos soles.