Pienso en todas las rarezas que nos rodean,
sucesos desafortunados, apariciones-desapariciones, ¿puede verse la muerte a
los ojos? Y que fácil es caer en tentaciones metafísicas cuando se siente un escozor
por la piel.
Es difícil pensar con un nudo en la garganta.
En la
Carta robada de E. A. Poe, uno de los
fumadores silenciosos piensa del otro, que construye a su alrededor un universo
de rarezas, porque introduce en esa clasificación todo aquello que escapa a su
comprensión. ¿Los hombres construimos las rarezas? o ¿están ahí?, al acecho.
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